Tlacotalpan, Veracruz
Las festividades en honor a la Virgen de la Candelaria son el marco perfecto para que las raíces de Tlacotalpan sobresalgan por medio del son jarocho y el huapango, dijo Rodolfo Mendoza Rosendo director general del Instituto Veracruzano de la Cultura (IEV).
Abundó que estos días son esenciales para reconocer la cultura y la tradición que durante más de 200 años los habitantes de este lugar han compartido con gusto a Veracruz, a México y al mundo.
Además, sostuvo que Tlacotalpan se ganó con honores en 1998 el nombramiento como Patrimonio Cultural de la Humanidad de parte de la Organización de las Naciones unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), además de que cada vez más demuestra el porqué es reconocida como Cuna de la Cultura Veracruzana.
Sostuvo que la disminución de visitantes en esta edición de las festividades en honor a La Candelaria fue benéfica para las raíces culturales de este lugar, pues al carecer de eventos y conciertos modernos el zapateado, el son jarocho, la décima y el fandango volvieron a las calles para ser admirados.
Al no haber espectáculos masivos, enmarcados con luz y sonido y artistas ampliamente reconocidos, Tlacotalpan pudo volver a su identidad primaria para que los abuelos salieran a las calles, ataviados con su vestimenta típica, para bailar y cantar al ritmo de la jarana y del zapateado.
Las calles de “La Perla del Papaloapan” cobraron vida con el fandango que atrajo la atención de los visitantes que lograron reconocer que la esencia de estas fiestas, además de la Virgen de la candelaria, consiste en disfrutar de cada una de las características de esta ciudad emblemática que sobresale por ser el sello de la cultura veracruzana y como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Tlacotalpan es sinónimo de cultura y tradición, pues es en este lugar donde incluso el pan se elabora de manera artesanal, al igual que los bordados hechos a manos y la laudería que ha logrado rebasar fronteras internacionales.
“La Perla del Papaloapan” es una de las ciudades más bellas del país por sus atractivos naturales enmarcados por el río Papaloapan y su pintoresca arquitectura, además de que es una de las poblaciones más antiguas, fundada entre 1515 y 1517, que destaca por sus tradicionales fiestas en honor a la Virgen de la Candelaria desde hace más de dos siglos.
Las fiestas patronales, a lo largo de sus 240 años, han sufrido cambios y modificaciones que se adaptan a cada una de las épocas y entre estas sobresale el término al maltrato a los toros durante el embalse y la pamplonada.
Músicos, escritores y artistas de todos los rincones de la Entidad se dieron cita en el corazón de “La Perla del Papaloapan” para deleitar a los presentes con versos, sones y canciones, como una muestra de la riqueza cultura de este lugar, en el marco del “Encuentro de Jaraneros, Decimeros e Improvisadores”.
Los músicos veracruzanos se reunieron en el entarimado del “Foro Guillermo Cházaro”, donde por las noches también motivan al público para participar en un ameno fandango que no deja de ser del goce de los lugareños y de los turistas que disfrutan de las Fiestas de la Candelaria 2016.
El romance y las dedicatorias sobresalen con una facilidad entre aquellos que no dejan de hacer sonar las jaranas para enamorar a sus espectadores y que al reconocer que no todos siempre son románticos improvisan piropos picantes, textos ingeniosos y frases pícaras para hacer sonrojar a más de uno o para hacerlos reír a carcajadas.
El intenso calor de al menos 30 grados, incluso durante las noches, no detuvo a los visitantes, quienes atraídos por las notas musicales y por los versos de los músicos se postraron alrededor del foro para gozar de la sana diversión.
Por las calles de Tlacotalpan se pueden observar músicos de son jarocho de todo el país, ataviados con vestimentas tradicionales y con sus instrumentos terciados al hombro, atraídos por la tarima que incluso han llegado a improvisar en cualquier lugar al aire libre para amanecer en medio de los versos y de las rimas.
El fandango destaca como una fiesta que congrega a los músicos y a las bailadoras alrededor de cualquier tarima y aunque se toca y se canta sin micrófonos las voces de los intérpretes inundan las calles para darles vida a través de los versos que se prolongan durante toda la madrugada.
La tarima es el instrumento más sonoro del son jarocho; sobre ella los bailadores y las bailadoras ejecutan con sus pies el zapateado de manera sincronizada para que la coreografía se mantenga fiel a la estructura de la música al momento de los redobles.
Durante las festividades de La Candelaria en este lugar existen muchas alternativas para todos los gustos, sin embargo, el son jarocho, representados por los jaraneros, decimeros e improvisadores, ha sido una de las mayores atracciones y satisfacción para los miles de asistentes que disfrutan de las fiestas patronales de “La Perla del Papaloapan”.
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